Peña Duáscaro desde el Mirador del Molar.
Camino de Santa Ana, Ermita de Santa
Ana, Mirador del Molar y Arista Oeste de Duáscaro. Arista Este, Punta Acuta,
Senda de los Cazadores, Pradera de Ordesa y Camino de Turieto Bajo.
25-11-12.
Salida 08 h. llegada 15h.
Nublado.
Fácil.
Ascensión.
Mapa de Peña Duáscaro procedente de Prames. Vía en amarillo.
Era
por el 2003 cuando realizamos la circular a Punta Cuta, Acuta o para nosotros
Punta Diazas. Teníamos noticias de ella como de uno de los muchos caminos, poco
transitados, que los hay, en Ordesa.
Nuestros
amigos no la conocen, nos llegaremos hasta Peña Duáscaro y se la enseñamos pues
posiblemente sea una de las vías de penetración a Ordesa menos utilizada.
Finalmente solo nos acompaña Juan.
Son
las ocho de la mañana cuando estamos en la puerta del Cámping de Torla, el que
se encuentra en la orilla izquierda del Ara, tras cruzarlo por el puente
situado en la parte norte del pueblo. Hemos madrugado pues pretendemos
aprovechar la jornada.
Laderas de Estatón en Otoño.
En
la Puerta del Cámping de Torla, un cartel nos señala el camino a Santa Ana.
Nunca lo hemos hecho en su totalidad pero de hoy no pasa. Estamos sobre los 980
metros de altitud y tras unos pocos
metros de pista tomamos el camino que se orienta al este y se va para arriba en
mediano ascenso. Se trata de un viejo camino, parcialmente empedrado, que
transita un amplio barranco entre pequeños prados. Enseguida nos muestra una de
las cascadas del Barranco Diazas y coincide con la pista que sube a la Sierra de las Cutas justamente por
debajo de la barrera, límite máximo para los vehículos de los mortales.
El camino bien balizado de amarillo y
blanco se cruzará repetidamente con la pista que practica amplias lazadas y nos conduce a las inmediaciones de la
espléndida Ermita de Santa Ana, situada en la orilla oeste del rellano a 1380 metros de altitud.
La mañana está estupenda y hemos empleado una hora hasta aquí.
Ermita de Santa Ana.
El
Rellano de Santa Ana es un precioso y delicado praderío escalonado en el que
pacen vacas al abrigo de las inclemencias del tiempo hasta la llegada del invierno.
La pista lo rodea por el nordeste pero nosotros proseguimos con nuestro camino
que ahora marcha al norte por el Crestón de la Cruceta.
Transitamos
entre bojes y genistas por la parte alta del crestón y en el límite del pinar
que rellena la ladera oeste del mismo, en el que nos introducimos en algún
momento, y coincidimos de nuevo con la pista en un desvencijado mirador para
proseguir luego por la misma.
Ha
helado esta noche por aquí y el barrillo de la pista está duro en una mañana en
el que la nubosidad alta trata de escamotearnos las cálidas caricias del sol.
Caminamos
por la pista alrededor de un kilómetro en suave ascenso y contemplamos las
laderas del Mirador del Rey. Luego atajamos de frente una lazada de la pista y
enseguida coincidimos con la misma en las inmediaciones del primer mirador.
Unos
metros al oeste de la pista se encuentra el Mirador del Molar situado
ligeramente por debajo de los 2000 metros de altitud. Nos hemos subido 1000
metros cumplidos en un par de horas, lo que no está mal para nuestros cuerpos.
Cilindro y Perdido.
En
el Mirador del Molar contemplamos el espectacular paisaje que ofrece Ordesa en
cualquier época del año. Hoy la Arista Fronteriza nevada, las Fajas limpias y
el fondo del Cañón vestido de verde y ocre de la hoja del haya madura. Más
lejos y al oeste la Norte de Tendeñera con toda la nieve del mundo y espectacular
Otal.
Acuta o Cuta.
Al
este, nuestro objetivo inicial: Peña Duáscaro con el arrogante porte que le
confieren los paredones de la cara norte, pero nosotros tenemos una opción más ligera y que consiste en atacar su arista
oeste infinitamente más amable y acogedora vestida de venerables y viejos pinos
negros resistentes de de centellas de mil tormentas absolutamente cruentas.
Volvemos
a las inmediaciones de la pista y en
dirección este, a través del praderío, nos acercamos hasta la base del resalte
somital.
Se
trata de un resalte de alrededor de 100 metros, bastante vertical que nos
ofrece amplitud ligeramente en la cara sur.
Hay algunas trazas de caminillos que
faldean la cima ganando altura paulatina y suavemente pero nosotros enseguida
abandonamos el más alto y nos vamos directamente en busca de la parte alta de
la arista.
Son
las diez y media de la mañana cuando alcanzamos la plana Cima de Peña Duáscaro
situada a 2156 metros de altitud tras recorrer en suavísimo ascenso una
cincuentena de metros de pedregosa, suave y fácil arista sembrada de cadáveres
de pinos acentellados.
En
el mirador cimero protegido también con balaustrada de piedra contemplamos de
nuevo un paisaje similar del que escogemos algunos matices que deleitan la
contemplación mientras que observamos la presencia de tres paseantes que vienen
en sentido contrario al nuestro: son de los inmortales que tienen bula para
utilizar la pista con su vehículo particular ya que han subido en coche según
veremos.
Originalmente
pensábamos almorzar aquí antes de introducirnos en el Cañón de Ordesa, pero nos
lo pensamos mejor y proseguimos hasta Punta Acuta para almorzar allí.
Punta
Acuta puede ser la única cima individualizada de forma cónica vista desde
cualquier parte. Así se ve desde Cuello Estatón, desde Duáscaro o desde la
Cadena Fronteriza; sus laderas son suaves por cualquier parte.
Bajamos
una veintena de metros siguiendo un caminillo pisad más por turistas que por
montañeros con lo que alcanzamos un amplio y plano collado vestido de abrasado
praderío del que se puede salir al este hacia la cima, al sur hacia la pista o
al norte hacia el Cañón.
Buscamos
una línea de ascenso suave y nos vamos para arriba por un terreno que se
escalona muy fácil y en un cuarto de hora nos permite alcanzar tranquilamente
la cima de Punta Acuta situada a 2242 metros de altitud.
Perfiles de Sestrales y Montañesa.
Son
las once de la mañana y buscamos un lugar abrigado del vientecillo del sur que
está entre frío y desagradable.
El Casco.
Nos
abrigamos, hacemos alguna foto y almorzamos con gana, agua poca que está muy
fría a juego con la mañana de sol ausente. Y se nos hace más bien frío por lo
que, casi sin querer, aligeramos.
Son
alrededor de las once y media cuando nos ponemos en marcha y con ganas. Las
manos se han enfriado y tardarán algo en entrarnos en calor.
Entrada al Cañón de Ordesa.
Descendemos
por cualquier parte al amplio collado de separación con Peña Duáscaro y tomamos
el camino que con un par de tramos quebrados en suave descenso nos conduce a la
parte alta de los paredones.
El
camino no es predecible pues se desarrolla dentro de un corredor bastante
amplio pero tan inclinado que desde arriba no se ve la continuación.
Se
introduce en la pared salvando un farallón calizo por el oeste para inmediatamente
faldearlo por debajo iniciando una larga travesía en dirección este
fundamentalmente.
A
tramos amplio y otros estrecho se aproxima a una zona de placas lisas y bastante erguidas sobre las que encontramos un tramo equipado
con cadena que han colocado últimamente. Las placas se superan por encima en
ascenso por un corredor muy descompuesto en el que el camino se borra un tanto
y en el que a nuestra derecha hay un tramo equipado con cadena que se va
directamente a superar los farallones superiores.
Pasada
la zona de placas nos introducimos en un tramo amplio del corredor en que las
lazadas se suceden en suave descenso, ahora por un tramo más terroso en el
aparecen las pratenses desde el que ya vemos el Espolón de Calcilarruego.
El
camino, muy evidente a partir de aquí, nos deposita enseguida en la Senda de
los cazadores a una altitud de alrededor de 1900 metros. Son las doce y cuarto.
Estamos
ligeramente por debajo del Mirador de Calcilarruego pero no estamos por la
labor de remontar unos pocos metros para disfrutar de un paisaje que hemos
contemplado durante una buena parte de la mañana. Así que, sin prisa pero sin
pausa nos vamos para abajo.
La
Senda de los Cazadores es un empinado camino que discurre por la ladera
noroeste del Espolón de Calcilarruego a base de cortas lazadas que en algunos
tramos aparecen superpuestas y llenas de escalones artificiales siempre en
medio de un hayedo-abetal con ejemplares espectaculares. Permite salvar un
desnivel de 600 metros y es más aconsejable hacerlo en descenso que en ascenso
por razones evidentes aunque nosotros lo hemos hecho en ambos sentidos
repetidamente.
Tras
la zona de escalinatas el camino se torna más terroso y se llena de hojas de
haya por lo que al estar bastante húmedas hay que tener cierto cuidado pues
nunca sabes donde apoyas los pies. Las lazadas se hacen más largas conforme
perdemos altitud y nos aproximamos al fondo del Cañón en el que nos tropezamos
con el Camino de Turieto que discurre por la orilla izquierda del Arazas
proveniente de las cascadas intermedias del río.
La Norte de Peña Duáscaro.
Cruzamos
el Arazas por el puente y enseguida nos llegamos a la Pradera para contemplar
con una cierta perspectiva nuestro camino descenso. Es la una y media y estamos
a 1330 metros de altitud. Buscamos agua en la fuente pero está cortada. Así que
continuamos unos metros por la carretera
hasta alcanzar el rio, cogemos agua y pasamos a la orilla izquierda por el
puente para recuperar el Camino de Turieto Bajo.
Se
trata del camino natural de entrada al valle utilizado antes de que se hiciera
la carretera. Discurre por la orilla izquierda del Arazas y tiene un perfil
bastante rectilíneo y suave además de sombrío: una delicia para el verano.
Frontal del Tozal del Mallo.
Molinieto.
Nos
permite contemplar sucesivamente las Cascadas de los Abetos, luego la de
Tamborretera y finalmente la de Molinieto tres bonitas cascadas en un curso
espectacular y encajonado y muy poco conocidas aunque llenas de encanto.
Más debajo de las cascadas el camino
desciende un poco más y gira al sur para rodear el Mirador del Rey y sus
paredones de la cara oeste en las que está regulado el periodo de escalada.
Finalmente
el rio se arrellana y el camino se aproxima al cauce convirtiéndose en pista de
servicio a los prados de la orilla del mismo de la que arranca la que conduce a
la Sierra de las Cutas
Prácticamente
de llano y parejos con el Ara recorremos el último kilómetro contemplando los
desmanes de las últimas riadas que aquí debieron ser extraordinarias a juzgar
por las huellas dejadas en las orillas.
Son
las tres de la tarde cuando llegamos al coche. Hemos liquidado 1300 metros de
desnivel y habremos recorrido alrededor de 20 kilómetros. Han sido siete horas bastante aprovechadas en Ordesa que
siempre nos proporciona placer.