12 ago 1987

2-87. TRAVESÍA BENASQUE-ORDESA. ESTOS-URDICETO 87. 12-8-1987.


Valle de Estós desde el Puerto de Gistaín. 4-8-06.

Refugio de Estós, Collado de Gistaín, Granjas de Biadors, Virgen Blanca, Bordas de Llicierte y Urdiceto.
12-08-1987.
Desnivel ascendido 1600 m.
Desnivel descendido 1050 m.
Distancia recorrida 23500 m.
Tiempo efectivo de marcha 09:15 h.
Sol.
Fácil.
Senderismo.
Hay alguna posibilidad de transporte público tanto al inicio como al final de la travesía pero será conveniente consutar en cada momento.

Agua en los refugios y en los torrentes y ríos del recorrido según costumbre y temporada.
Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Estós a Biadós procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

Mapa de Biadós a Urdiceto procedente de Iberpix. Vía en amarillo.

            Nos despiertan a las seis y media de la mañana del 12 de Agosto de 1987. Es de noche todavía y miramos con incertidumbre el cielo pues ha sido un verano tan lluvioso que ni siquiera nos creemos el buen tiempo.
            Desayunamos tranquilamente pues queda mucho día por delante para la “guerra” y presumiendo que tendremos todavía un buen rato de sombra nos cargamos las mochilas en los hombros y se nos despejan dos de las incógnitas importantes que teníamos: no nos molestan gran cosa las mochilas y el cielo está uniformemente despejado.
            Salimos alrededor de las siete, suavemente y por sendero bien marcado y valle arriba, la jornada promete ser entretenida  pero nos hemos recuperado mucho, quedan por delante bastantes incógnitas menores pero con las pilas cargadas llevamos la moral a tope.

En el tramo final de subida al Collado de Gistaín. 

            Del Puerto de Gistaín nos separan unos escasos 800 metros de desnivel de los que los primeros 500 son por una marcada senda instalada sobre la pradera alpina que se continúan con un incierto pedregal para convertirse finalmente en una empinada y fina gravera que se subirá con relativa facilidad gracias al sendero trazado en la misma. Se nota el tránsito aunque no sea a estas horas.
            El camino se acuesta sobre la hierba y nos regala la brisa del noroeste que nos permite recuperar la respiración tras el último repecho confirmándonos que estamos en el collado. El altímetro marca 2600 metros.
            -¡Calla y échate al suelo!
            -¿Qué pasa…?  Serán 100…
            -Creo que pasarán de los 200 o 300…
            -¡Qué manada de “sarrios”, rebecos, más preciosa!
            El mullido camino y el viento en dirección contraria han disimulado nuestra presencia a una enorme manda de rebecos que pastan distraída y confiadamente en el praderío que ocupa el collado. Luego, después de observarlos un buen rato nos dejamos ver aunque lo único que produzcamos sea un ligero desplazamiento de los ejemplares más próximos, lo que nos invita a pensar que debe tratarse de una zona de reserva donde los cazadores no los han escarmentado. Nunca habíamos visto tantos juntos.

Vado de Machimala. 3-10-12.

            A las nueve y media dejamos el collado junto al Forau de Gistaín en el que se precipitan las aguas recogidas en el amplísimo rellano del collado y que aflorarán más abajo engrosando al Cinqueta de Añes Cruces y nos detenemos al abrigo del viento para almorzar un poco mientras contemplamos la subida de tres jóvenes por el camino que nosotros hemos de bajar, detrás la imponente Mole de Machimala con su aspecto amable además de inhóspito. Otra vez será.
            El valle hacia la Cabaña de Añes Cruces, orientado de este a oeste está vestido predominantemente por praderío en el que el descenso por camino bien marcado es bastante continuado de tal forma que fácilmente nos vemos en la Señal de Biadós para despedirnos de Machimala y orientarnos claramente al sur continuando valle abajo. Pero ahora el descenso es más leve, el barranco se ahonda y se empieza a advertir la presencia del Posets a nuestra izquierda.
            El sol ya en lo alto está vivo y comenzamos a cruzarnos con excursionistas. Nosotros bajamos con ganas de alcanzar el fondo del valle y pronto aparecerán las Granjas de Biadós tan llenas de actividad. Este valle nos resulta un tanto curioso debido a la importante actividad de los ganaderos que distribuyen el día entre faenar con la hierba en los prados y bordas con el arreo de las vacas de aquí para allá.

Hacia Biadós desde la Virgen Blanca. 

            Entramos en camino conocido y me acerco al Refugio de Biadós para dejar un recado a nuestro amigo Luis, que no se creía nuestra “locura” cuando le contamos al amor de las llamas del hogar de su casa de Plan nuestro proyecto. Le harán llegar la nota a su destinatario.
            Entre tanto, mi esposa que ha marchado por delante pista abajo y que está harta de recorrer ciudades europeas a golpe de plano y es capaz de confundirse yendo de un lado a otro de un simple canto rodado cuando no pone la debida atención, se marca una de las suyas: está bajando con un único horizonte en el Rellano del Campamento de la Virgen Blanca y se marcha hacia el Refugio de Tabernés.
            Bajo hasta el puente, no la veo, la espero,  la busco… teníamos que haber llegado a la vez… por fin, allá baja.  Tendremos nuestra correspondiente marimorena que terminamos en medio del Ejército Español que tiene tomado el Rellano de la Virgen Blanca.
            Aquí y ahora es tanto el calor que hasta yo me decido a ahogar el cabreo en el río que como imaginaba, acuchilla. Son unos chapuzones relampagueantes, Rosa no tanto a pesar de que lleva los pies un tanto castigados y nunca se precipita pisando gravas descalza.

Montó y el Refugio de Biadós. 17-7-10.

            En bañador y a pleno sol, estamos a 1500 metros de altitud, nos secamos tranquilamente mientras comemos nuestra repetida comida buena para transportar, conservar y con un peso aceptable: sardinas, frutos secos, chocolate, galletas, quesitos y un vaso de café con leche, somos tradicionales y quedamos de cine más después de una hora de descanso total,  lo que se traduce en pereza a la hora de levantar el vuelo.
            Después de comer hemos restaurado con esparadrapo los pies de Rosa pero estoy preocupado porque le he visto poner excesivo cuidado en el descenso que no ha sido precisamente rápido.
            A muy buena hora pues son las dos y media, abandonamos la plana, verde y rumorosa Orilla del Cinqueta de Añes Cruces   para emprender la Ladera Sur del Montó por una pedregosa y soleada pista que clementemente se introduce en un bosque de pino silvestre y fresno de camino a las Bordas de Llicirte. El tiempo parece que se ha estabilizado definitivamente.

Llegando al Campamento de la Virgen Blanca. 3-10-12.

            El camino desconocido y no muy claro nos invita antes de virar demasiado al oeste a preguntar en una borda. Nos confirman el Camino a Urdiceto saliendo del sesteo del mediodía y nos invitan a un trago de vino de bota; menean la cabeza al saber lo nuestro y nos desean suerte no sin advertirnos que podemos acabar en Francia a poco que nos descuidemos. Buena gente que echa la siesta al sol acostados sobre las piedras de las paredes de los prados con la cabeza cubierta.
            Seguimos al noroeste por unas lomas verdosas y arboladas, dejamos al sur un profundo y precioso valle y descubrimos a lo lejos la Cabaña de Cubridors. Estamos en un auténtico rompepiernas en el que tan pronto ganamos 50 metros como los perdemos. Vamos animados aunque el sol ajusticia impío.
            La tarde se dilata y el camino comienza a vagar por el Barranco Montarruegos. Echamos nuestras correspondientes “gaseosas de pito,”  sodas en lugar de litines, para matar la sed, el calor, el cansancio, la ansiedad y el aburrimiento. Mientras no acabemos en Francia. Nos salvará que el Puerto de Plan está 200 metros más alto que el de Urdiceto.
            La Cresta de Formigons, además de volver loca a la brújula más pausada pone a prueba nuestra resistencia. Bien se vale que hemos encontrado algún hito.

Valle de sallena desde el Collado de Urdiceto. 3-10-12.

            Sabemos que momentos como éstos llegan: el altímetro se para, las botas se vuelven de plomo, paras más que andas, tienes la moral por los suelos y no ves solución de continuidad pues para colmo has imaginado el camino por otro lugar.
            Un ligerísimo vientecillo nos saluda cuando la Cresta de Formigons se allana en el Cau y el altímetro marca los 2300 metros. El ibón tiene que estar allí por narices.
            Encontramos a un grupo de una treintena de jóvenes montañeros que están haciendo la travesía en sentido contrario y prácticamente sin equipo por lo que deducimos que la ayuda logística debe ser absoluta y nos confirma nuestra buena  dirección. El eterno camino conduce al Paso de los Caballos desde el que avistaremos el Ibón de la Solana de Urdiceto y alcanzaremos la pista.
            Los 200 metros de pista se hacen infinitos. Son las seis y cuarto de la tarde cuando llegamos al Lago de Urdiceto con lo que termina nuestra segunda jornada.
            -¡Mira, un camión!
            -Sí, y lo bien que estaríamos sentados en la caja, ¡yo con estos pies no tengo ganas de nada!
            -Anda, que si hubiera algún coche… pero estarán llenos, seguro.

Refugio del Collado del Paso del Caballo. 29-8-98.

            De estas lindezas hablamos. Me acerco a la orilla del lago para coger agua y me sobresalta el sonido del motor de un vehículo que no hemos visto pues está detrás de un barracón.
            Subo a todo trapo a la pista, se para…
-¡Vamos, que nos bajan!
            En un instante, recogido lo poco ensanchado y calzada Rosa, estamos sentados en el coche y pista abajo. Son unos trabajadores que realizan reparaciones en la presa y con los que hablamos un poco de todo pues habrá tiempo de sobra hasta para adelantar al camión y dar incontables tumbos en una pista que está infernal.
            Llegados a Bielsa, ellos van más abajo, no aceptan nuestra invitación pues van con prisa, nos dejan en la carretera debajo del pueblo cuando son las siete y poco.

Cetral de Urdiceto. 29-8-98.

            Estamos en Bielsa, mirando al Valle del Cao que era nuestro previsto desayuno para el día siguiente y acampamos sin mirar demasiado entre la carretera y el Cinca, limpiando de maleza el lugar para poder plantar la tienda. El lugar es malo pero sabemos de la dificultad de acampar cerca de un pueblo de montaña en el que cada metro cuadrado es un prado explotable para la obtención de hierba.
            Cenamos con enormes mosquitos librándonos muy bien de que se cuelen dentro de la tienda pues nos podrían dar una noche toledana; luego, casi nos adueñamos del bar del hotel próximo, tomamos unas cervezas, utilizamos los aseos, repostamos agua y después la prensa y un café con leche. Hemos ganado solamente tres horas que suponemos nos costaría bajar por el Ibón del Cao pero los derrotados de hace tan solo tres horas somos unos animados ganadores que llevan una pequeña ventaja  pero nos preocupan los pies de Rosa más teniendo en cuenta que nos esperan platos francamente fuertes.

Para ver la Continuación.

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