21 ago 2001

1.01. PIZ BERNINA. 21-8-2001.

 
Pic Scersen, Espalla y Bernina desde Fortezza.

Arista Fortezza. Terrazas Bellavista y Spallagrat.
 
21-08-2001.

Salida 8 h.

Llegada 13 h.

Mixto.

Dificultad media.

2 d.

Ascensión.

 Juan Castejon, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Bernina procedente de Bachmann. Vía en rojo.
 
            Alpes no solo son muy grandes, son enormes. Los Alpes Grisones están allá donde Cristo perdió las sandalias, en la frontera suizo italiana muy cerca de Austria
            Para llegar a St. Moritz en coche hay en embutido de narices: un chorizo hasta Chamonix y un salchichón hasta Pontesina.
Chamonix está como siempre: atestada de gentes que pululan por todas partes en una tarde típicamente veraniega, es 19 de Agosto del 2001, con sol y calor a nivel del asfalto y con nieblas que juguetean por las alturas hurtando celosamente al Montblanc de los obstinados ojos de una ingente pléyade de idólatras.
        En la Casa de los Guías encontramos a un par de ellos con traje de gala adornando un parte meteorológico hecho a nuestra medida: “a la noche cierta posibilidad de tormentas que pueden continuar mañana por la mañana, mejorando hacia la tarde para proseguir con un par de días previstos como inmejorables.” ¿Quién da más?
          Si llegar a Chamonix se hace largo, la colección de “superpuertos” de montaña que vienen a continuación es sencillamente épica: la Forclaz es el más suave, luego el Grimselpass, el Neufenenpass, el San Bernardino y para remate el Splugenpass. Este hay que verlo, especialmente el viejo descenso a Campodolchino.
            Salimos de Sabi el 18 al mediodía y, no diré que en un suspiro, entramos en St. Moritz el 20 al mediodía.
             Junto al Inn encontramos el lugar un tanto cambiado, o así nos lo parece, pero no es de extrañar ya que hace 23 años que lo visitamos y la memoria falsea los recuerdos y las imágenes con el paso del tiempo.
            El día está de cambio confirmando las predicciones meteorológicas, tan pronto sale el sol como gotea. De St. Moritz Bad nos subimos a St. Moritz Dorf donde se encuentra el casco antiguo de la ciudad y luego cogemos el coche y nos vamos hacia Pontresina, para continuar ya en ascenso hacia el Berninapass y localizar el Teleférico de la Diabolezza que es nuestro objetivo inmediato para el día siguiente.
             Subimos poco a poco un puerto muy suave mientras vamos buscando un lugar para acampar que sea lo más adecuado, no olvidemos que nos encontramos por encima de los 1800 metros que es la altitud de St. Moritz y la estación del teleférico está a 2093 metros, el tiempo apunta bastante bien pero las nubes no se han despedido todavía pues siguen campando por las alturas.
          La estación del teleférico está cerrada, son las seis de la tarde. Por lo demás, sabemos que el primer teléferico sale a las ocho y media y el aparcamiento es gratuito.
             Hacemos un par de fotos del Glaciar de Morteratsch y entrando hacia la vieja morrena Terminal, acampamos.

      Glaciar Morteratsch desde nuestro campamento.

            Son las siete y al delicado sol de la tarde que se despide pronto entre nieblas altas que presagian un buen día siguiente, vamos preparando las mochilas dando tiempo a que se vayan enfriando unas cervezas mientras tomamos las últimas decisiones y preparamos la cena.
          Cenamos y pasadas las nueve de la noche nos empiltramos contemplando algunas estrellas que han salido para darnos las buenas noches y vigilarnos.
         La noche será estupenda si tenemos en cuenta que nos encontramos sobre los 1900 metros de altitud junto a un caudaloso barranco desagüe de glaciares y en la parte baja del Glaciar de Morteratsch. Sobre las cuatro de la mañana caen algunas gotas que, no teniendo continuidad, carecerán de importancia.
         Comenzamos el martes 21 de Agosto a las siete y veinte una hora que resulta asquerosamente tardía.
          En los altos del oeste reducidas nieblas reciben la visita de algunos tímidos rayos de sol.                         Desayunamos y no precisamente robellones de los abundantísimos que los hay por los alrededores.
       A las ocho menos cuarto cogemos el coche y nos subimos hasta el aparcamiento del teleférico. Terminamos de montar las mochilas, colocamos las tiendas extendidas dentro del mismo y nos vamos al teleférico que tomaremos previo pago de 26 francos suizos, ida y vuelta, de cada uno.
        A las ocho y media en punto se pone en marcha. Se trata de una cabina para 125 pasajeros que arranca de la Estación Bernina-Diabolezza situada a 2093 metros de altitud y en dirección sur-sudoeste asciende por la ladera nordeste de Val Bernina que se encuentra iluminada ya por el sol, pasa junto al Diabolezza See y en diez minutos nos deposita en la estación superior junto al Refugio Diavolezza a 2978 metros de altitud. Cogemos las mochilas y buscamos la salida: ha llegado la hora del paseo.
       Fuera ya, frente a nuestro destino inmediato parcialmente cubierto por una franja de delicadas nieblas asentadas alrededor de los 3500 metros de altitud aproximadamente, aparece con bastante claridad nuestro tajo. Destaca sobre todo, de manera poderosísima las tres cimas del Piz Palü que son la cabecera del Glaciar de Pers que hemos de atravesar. Girando un tanto al oeste aparece la Isla Persa y su prolongación norte, la Cresta Fortezza continuada más arriba hacia el oeste con las Terrazas de Bellavista que se ahondan formando la Fuorcla de Cresta Aguzza, cabecera del Glaciar de Morteratsch. Más al oeste la inmensa e inmaculada mole formada por La Espalla, el Piz Bernina y la Arista Bianco con el Piz Bianco y el Piz Morteratsch. ¡Como si hubiera estado toda mi vida aquí!

  Glaciar Pers y Cresta Fortezza. Desde Diabolezza.
 
Como parece ser que nadie se decide a enseñarnos el camino cosa que, por otra parte, no nos hace falta, a las nueve y cuarto, bañados por el sol y en dirección sur-sudoeste tomamos el marcado camino que baja toda la morrena lateral derecha del Glaciar de Pers.
 Perdemos más altura de la que estimamos en un principio desde arriba, pues el lecho del glaciar parece escapársenos obstinadamente; sobre todo la parte más baja absolutamente inestable, descompuesta y peligrosa, hay que pasarla con todos los cuidados del mundo y aún son pocos. Al final saltamos sobre el viejo, duro y negro hielo del Glaciar de Pers y respiramos con ganas. Hemos perdido por encima de los 250 metros de desnivel, se trata del primer encule de la jornada que ya conocíamos, pero siempre te engañas un poco pensando que el asunto te saldrá más barato.
              Las nieblas que se están despidiendo terminan por disiparse y regalarnos una mañana de postal.
El Glaciar de Pers tendrá en este punto algo más de 1 kilómetro de anchura, además de que lo atravesamos en diagonal, está suavemente inclinado hacia la parte sur de la Isla Persa y se encuentra desprovisto de nieve de la temporada casi en su totalidad. Tiene una importante cascada de seracs al norte de la Isla Persa y la zona que transitamos está en principio exenta de grietas abiertas aunque en su mitad hay una zona de hielo muy viejo y desgastado en la que abundan pero tienen numerosos puentes con los que se puede trazar una vía directa a través de las grietas sin problemas.
       Sobre el duro hielo glaciar discurren ya multitud de hilillos de agua que van haciendo su demoledora y concienzuda tarea diaria del verano.
          Pasada la zona de grietas el glaciar se inclina un poco e inmediatamente nos incorporamos a la nieve sobre la que hay marcada una pequeña huella, consecuencia de unos días anteriores de mal tiempo y escasa actividad sobre el glaciar. La hemos visto desde arriba y la seguiremos.

Bajo la Cresta Fortezza.

Comenzamos a ascender de forma más consistentente y pasamos junto a las rocas en las que se supone que se encuentra el Refugio des Chamuotsch, que por cierto no veremos y a continuación la huella se confirma a la vez que se empina para incorporarnos al inicio de la parte sur de Arista Fortezza tras atravesar la incipiente rimalla.
          Son las diez menos diez y estamos sobre los 3150 metros de altitud con lo que ya hemos superado claramente el nivel del comienzo de la marcha.

                                                Arista Forteza desde la Isla Persa.

          Toma
mos en dirección norte la arista que por su parte este se convierte de inmediato en un vertical paredón de nieve y hielo que se precipita sobre la cabecera del Glaciar de Pers y transitando ligeramente por su ladera oeste que es una ladera medianamente inclinada pero que se encuentra vestida de una ligera capa de nieve sobre hielo, nos obliga a progresar con sumo cuidado puesto que no hay huellas aceptables y son frecuentes los traspiés. Un tramo de arista nevada más erguida nos deposita en la base del primer gendarme rocoso de la arista.
             Sabemos que se puede salvar por el este y alcanzada la roca, aparece inmediatamente un camino casi horizontal que contornea el gendarme casi en su totalidad y nos deposita en el nevero de la cara este. Una firme huella sobre buena nieve, bastante empinada, nos permite ganar el desnivel que no hemos subido por la roca y alcanzar de esta manera una brecha en el filo de la arista a la que llegamos tras superar un paso largo sobre roca lisa.
        Subo delante a la brecha y me asomo al otro lado ya que por el que hemos llegado no hay continuación y unas marcas con flechas de color rojo naranja así nos encaminan sin ninguna duda, y sorpresa:
      ¡Joder! ¿Por aquí tenemos que subir? Me digo a mí mismo, pues la primera impresión es francamente impresionante, valga la redundancia.
           Lo que se ve es un negro paredón de unos 100 metros de desnivel brutalmente vertical, en el que los ocres metamórficos de la cara este, aquí a la sombra son lóbregamente oscuros; están decorados al blanquecino cristal del hielo que a la mañana ha depositado la niebla como regalo antes de marcharse. Fuera de la roca hay un muro de hielo de vertical y pésimo aspecto y en mitad de la pared rocosa vuelan una treintena de metros de cuerda que casi no tocan la pared y ayudan a la composición de un tétrico cuadro. Y eso que estamos a poco más de 3000 metros de altitud. Casi nada lo que nos puede quedar si todo sigue así.

                                               Paredón Oeste de la Cresta Fortezza.

            Bu
eno, serénate chaval, me digo. Lo que te pasa es que te ha pillado el asunto por sorpresa. Mira con qué te sale el Bernina. A Rosa que llega detrás de mí ni la oigo ni me la miro. Han sido unas décimas de segundo intensas.
          Luego, tras la primera impresión, se impone el oficio: hay que abrir más los ojos para buscar un camino que nos permita subir el paredón y que cuelgue la cuerda todo lo que quiera. Y la vía aparece, se nos hace la luz en medio de la oscuridad de la pared: primero unas repisas horizontales nos sacan del filo de la arista y nos meten en medio de la pared, luego unas viras escalonadas en las que ponemos un poco más cuidado del necesario a causa del verglás y a continuación un amplio corredor muy vertical, en el que trazaremos un zigzag a nuestro capricho, nos permiten ir subiendo. No podía ser de otra manera.
          A media pared alcanzamos a un trío de catalanes que bajan asegurando la pared, nosotros subimos por libre. Charlamos con ellos un poco y sin tocar el seguro, pasamos por debajo y continuamos para arriba siguiendo las balizas que hemos vuelto a encontrar en medio de la pared.
         Vamos a buen ritmo dentro de lo que cabe, pronto alcanzamos el filo de la arista y tomamos unas viras horizontales que nos conducen al final de la arista rocosa cuando se sumerge en los campos de nieve superiores, con lo que finalizamos la Arista Fortezza. Son todo pasos de IIº a lo sumo, salvo la sorpresa inicial que ha sido morrocotonuda.
      Estamos a 3450 metros de altitud, son las once de la mañana y sobre la huella de la nieve comenzamos el ascenso de una empinada pala orientada al sur que nos tiene que conducir a las Terrazas de Bellavista. Para ello nos tenemos que chupar un repecho de alrededor de 300 metros de desnivel, calculo, y así será. La subida es fuerte pero nos parece jauja después de lo del paretazo anterior. Subimos al sol, a buen ritmo y con ganas de movernos por una vía glaciar impecable y segura.

                                                         Terrazas de Bellavista desde Fortezza.

           Hacemos una foto de la cara este del Piz Bernina imaginando la situación del refugio en el que, a la postre, estará. Vemos la arista, medio rocosa y medio nevada, que conduce a la Spalla e incluso veo la huella que por la empinada pared sur aparece en la arista cimera, superada la Spalla.
            S
on alrededor de las doce cuando estamos transitando sobre las Terrazas de Bellavista. Vamos en dirección oeste y por encima de los 3700 metros de altitud.
          Todavía hemos de continuar en suave ascenso para pasar bajo las Cimas de Bellavista y alcanzar la máxima altura frente al Piz Zupo, alrededor de los 3800 metros de altitud.
A partir de aquí la huella se despeña en busca de la cabecera del Glaciar de Morteratsch. Nos ponemos los crampones y bajamos un fuerte resalte para introducirnos entre enormes grietas que adornan la cabecera este del glaciar. Pasamos junto a un par de “garajes” de buen calibre y atravesamos la rimalla inferior para descender a continuación un par de pequeños resaltes e iniciar una larga travesía prácticamente horizontal en la cabecera del glaciar, que es el punto más bajo del tramo final de nuestro camino. Habremos bajado casi 300 metros.

                                                      Grieta en la cabecera del Glaciar Morteratsch.

           Ahora nos queda remontar suavemente siguiendo en dirección oeste hasta alcanzar pronto el nivel de Fuorcla Aguzza y siguiendo la suave pendiente y la huella llegar a los Refugios Marco e Rosa di Marchi situados a 3597 y 3609 metros respectivamente, cuando el reloj señala la una y diez del mediodía y nosotros hemos rematado el tajo previsto para el día de manera satisfactoria.
          El guarda del refugio le dice a Juan que no hay problema para dormir mientras que al agradable sol del mediodía preparo el asunto para comer un poco ya que no hemos comido nada todavía desde el desayuno.
          Comemos y bebemos mientras sobre la cima se condensan y diluyen alternativamente reducidas nieblas en medio de un día suntuosamente espléndido.
           Con Juan no hemos hablado otra cosa que:
           - ¿Qué, subimos? - Le he dicho.
           - ¡Vale!- Ha dicho Juan y nada más.
          Rosa dirá lo que diga luego, pero como confesará posteriormente, ella también había pensado en subir. Estamos prácticamente a 400 metros de la cima y eso a nosotros nos supone poco. Además, ni siquiera son las dos de la tarde y ¡cómo vamos a pasar toda la tarde sin hacer nada!

                                              La S. de la Spalla y Bernina desde el R. Marco e Rosa.

           Una hora después, son las dos y diez, ligeros de ropas y de equipaje, partimos hacia arriba por medio del nevero en dirección norte. La nieve está blanda pero no es apenas profunda por lo que ni nos ponemos crampones.
            Subimos a buen ritmo por una loma nevada y soleada que se va a ir empinando poco a poco. Los últimos 50 metros se ponen de pie y los subimos por las huellas practicadas sobre una delgada capa de nieve bajo la que se asoma el hielo, junto a unas afloraciones rocosas que dejamos a nuestra izquierd
           Los últimos 20 metros son de hielo y hay que tallar algunos peldaños además de utilizar todas las afloraciones rocosas que encontramos a nuestro paso para alcanzar la pared rocosa sin perder tiempo en ponernos los crampones, pues suponemos que la continuación transcurrirá en la roca.
       Trepamos unos metros entre piedras muy sueltas por cualquier parte y encontramos una vira ascendente que desde la izquierda nos conduce a la parte derecha de la pared junto a la Spallagrat. Un corredor corto y vertical nos conduce a la misma arista por encima del primer resalte rocoso.
            Allí está el personal rapelando la pared. ¡Caray con la arista! Es un paretazo de la leche
         Nos encordamos mientras esperamos que el personal deje libre la pared. Rosa tiene tiempo más que suficiente para gruñir un poquito.
         Hay que arrancar sobre una minúscula plataforma de hielo ya que atacar el paso más fácilmente supone irse un par de metros a nuestra derecha, pero allí ya no llega la plataforma, está el inicio del vertical paredón de hielo de la cara este. Nos recuerda la entrada a la Arista del Lory en la Barre des Ecrins.
         Se trata de una pared de unos 5 metros con tripa en medio que cuenta con suficientes presas aunque un tanto pequeñas pero con buena roca. En la parte superior hay una placa que utilizo para empotrarme más fácilmente en un estrecho y vertical corredor. Rosa sube detrás y la aseguro en la chapa para continuar saliendo del corredor a una pequeña arista bastante aérea, contornearla en ascenso y alcanzar una repisa bajo otro corredor donde hay una reunión en la que me aseguro con un mosquetón y una baga. Sube seguidamente Rosa y detrás Juan.
         La continuación es un corredor muy empinado aunque no difícil, de unos 10 metros de longitud que permite alcanzar otra repisa defendida por un minúsculo centinela.
         Nos reunimos de nuevo y tras subir otro corredor que desemboca en la arista, progresamos por la misma aprovechando unos tramos fáciles con roca muy buena, ya que la arista se ha acostado un poco para sumergirse en la nieve. Nos ponemos los crampones.

    Desde la arista E. la Spalla y el Bernina.

           La nieve, el hielo y el primer tramo de roca se nos han llevado una hora. Ahora entre espera y escalada se nos ha ido media hora más.
Con los crampones puestos pasamos el primer tramo de arista de nieve, estrecho y colgado en el brutal vacío de unos paredones verticales e infinitos y alcanzamos una pequeña cúpula en la arista.
        Bajamos de ella a través de otro tramo de fina arista de nieve, no tan aéreo pero en cambio inclinado, que conduce a un pequeño rellano en el que se inicia otro tramo de arista plana y afilada que nos deposita en la base de un resalte rocoso.
           Subimos el resalte por una buena huella en la nieve junto a la roca y tras un tramo mixto y fácil alcanzamos la parte superior del resalte: es la cima del Piz de la Spalla a 4020 metros de altitud.
           Son las cuatro de la tarde y acabamos de alcanzar el primer cuatromil del día y de la temporada. Nos hacen los honores unas ténues nieblas.
         Ni siquiera nos detenemos a hacer una fotografía. Hemos subido la arista en dirección oeste-noroeste y ahora para continuar viramos al norte y lo hacemos siguiendo una finísima arista que asciende hasta otra pequeña cúpula para bajarla de igual forma y continuar, prácticamente en horizontal, pasando tres hondas nevadas que conducen al rocoso casquete somital del Bernina.
          
Nos quitamos los crampones y siguiendo la arista metamórfica y fácil ascendemos el último resalte y alcanzamos la cima del Picz Bernina a 4049 metros de altitud cuando son las cinco menos veinte.

                                                                     En la cima del Bernina.

              Hacemos algunas fotos desde el segundo cuatromil del día, rodeados de nieblas mientras quiere comenzar a nevar. A pesar de que el tiempo no está excesivamente mal será suficiente para que no disfrutemos de los picos que acabamos de subir ni del paisaje que nos podrían ofrecer en otras condiciones.

                                                    Nos esperan la Arista de la Spalla y las nieblas.

          Cinco minutos después iniciamos el descenso al encuentro de los piolets y de los crampones que hemos dejado al entrar en la roca.
        Nos ponemos los crampones a la vez que tomamos la decisión de volver por la misma vía que hemos utilizado para la subida desechando la idea de descender por la empinada pared este que yo he visto por la mañana y que han utilizado una cordada de franceses con los que hemos charlado un momento a la subida.
          La niebla nos envuelve cuando tomamos de nuevo la arista de nieve. Voy delante, Rosa detrás va a pasar mejor que yendo delante como a la subida, además las nieblas ocultan un poco los brutales paredones y su imponente verticalidad.
         Vamos rápidos en descenso pero tomándonos el tiempo necesario. A pesar de ello Rosa pegará un par de tropezones en plena arista que nos pondrán a todos los pelos de punta, sobre todo a Juan que los disfruta en primer plano. A Rosa le tiemblan las patas y hasta el apellido según nos dirá después. Bueno, después dirá algo más que eso, pero ya es sabido que algo hay que decir.
          Al inicio del último resalte rocoso alcanzamos a la cordada de tres con la que nos hemos cruzado al quitarnos los crampones a la subida.
Volvemos a quitarnos los crampones. Nos darán tiempo pues son unos auténticos caracoles que se eternizan entre paso y paso.
          Decidimos esperar y no adelantarlos ya que ellos llevan una cuerda más larga que la nuestra y nos pueden sacar de la pared con ella.
          Llevamos un rato envueltos en la niebla y nieva. Suerte que se trata de una nieve seca que apenas moja, pero a pesar de ello me pongo el forro polar ya que en mangas de camisa se me hace fresquillo. Juan se pone el cortavientos. Esperamos una auténtica eternidad y eso que solamente están rapelando.
          Sigue nevando y la temperatura baja un pelín, la poca nieve que se derrite sobre nuestras cabezas se va congelando a la vez. Por fin, destrepamos echándole el aliento en la nuca a la chica francesa que rapela la última. El descenso me parece más rápido y fácil a pesar del mal tiempo que nos acompaña.
         Pasadas las seis rematamos la pared y tras pasar el tramo horizontal de nieve de la base de la misma iniciamos de inmediato el descenso de la parte rocosa de la cara sur.
         El tramo rocoso lo bajamos en un verbo y nos ponemos los crampones por segunda vez en el descenso, no queremos sorpresas
          Bajamos de espaldas al valle el inclinado tramo superior de hielo y ya sobre nieve nos damos la vuelta y bajamos como motos. A las siete llegamos al refugio. ¡Toma Bernina!
         Ponemos a secar la cuerda, los piolets y los crampones y nos metemos a buen recaudo en el interior del refugio que se encuentra totalmente abarrotado. Fuera nieva.
         El Refugio Marco e Rosa di Marchi es un doble edificio. El pequeño está situado un poco más abajo que el grande, debe emplearse solamente como dormitorio y ni siquiera lo visitamos. El mayor es más alto pero sigue siendo un edificio pequeño. Cuenta con una minúscula entrada y un comedor alargado que con las cocinas ocupa todo el largo del mismo. En la otra mitad hay una serie de pequeñas habitaciones comunicadas con el comedor. Se encuentra regularmente conservado y tiene aspecto de viejo. Tiene 45 plazas pero hoy hay un “descarado overbuking”. Pertenece al Club Alpino Italiano y tiene un servicio claramente insuficiente.
          Se hace la hora de la cena, el follón es monumental y el personal tira de sobremesa que ni en el Ritz. Calentar la cena resultará todo un poema pues fuera nieva en una tarde que además de invernal está sencillamente infernal.
          Cenamos con apetito y sed en un comedor cargadísimo que está que arde. Son las ocho y media pasadas. Vemos que el personal deja las cantimploras en una mesa junto a la cocina y que se las llevan para adentro. Nosotros decidimos hacer lo propio pues hemos visto que las sacan a continuación con algo que parece caliente. Las recogemos llenas de té con limón caliente, una gentileza de la casa que se cobrarán cumplidamente, ya que a la hora de pagar nos limpiarán 25 francos suizos por persona, a 110 pesetas el franco. Un cañazo interesante.
          A las diez nos empiltramos sin prisa. Horizontales y entre mantas inventarío el día, el primero, el de las incalculables ansiedades pues todos los primeros lo son; y hoy lo ha sido por partida, iba a decir triple, pero corrijo a múltiple. A pesar de ello nos hemos saltado a la torera el programa, hemos hecho 1638 metros de subida y 1002 metros de bajada como si nada. Debemos ser “buenos vinos” pues la altura no nos va nada mal. Juan ha comenzado hoy su preparación para los Alpes y se encuentra como un chiquillo con zapatos nuevos. Rosa acaba de recibir la paga de su primer día de trabajo y al contado: acaba de “recibir visita”. Para nada le ha servido pelear tres meses con el asunto, cosa que, en el fondo ya se temía. Pero es igual, esta chica como ya ha probado repetidamente, se crece cuando es necesario. Y yo, satisfecho como un infante recién bañado, me cuelo sin llamar en el séptimo cielo del sueño de los justos dispuesto a aprovechar la noche como pocos puedan mejorarlo.
        El miércoles 22 nos llama temprano. El personal que madruga nos va a dar la paliza de buena manera hasta que, finalmente, marcha.
           Son las siete de la mañana cuando nos levantamos a un día al que ayer le robamos el interés.

                                                     Refugio marco e Rosa a la luz de la mañana.

            Desayunamos, montamos las mochilas y nos abrigamos un poco para iniciar el descenso a las ocho y diez. La noche ha sido cruda, ha helado bastante, el cielo está rabiosamente limpio y azul y hace frío sin más.

                                                                ¡Hasta la próxima Bernina!

           Con los crampones puestos vamos desandando camino en dirección a las Terrazas de Bellavista a la vez que vamos haciendo fotos de un circo glaciar espléndidamente iluminado por el sol.

                                                   La Spalla y el Bernina al claro sol de la mañana.

         Ascendemos, las pasamos y nos llegamos hasta avistar la Fuorcla de Palü por una huella que se dirige hacia allí, suponemos como vía al pico.

                                                       La Norte del Piz Palü desde la Fuorcla de Palü.

           Luego, retomamos nuestra huella y nos vamos de frente para abajo hasta el inicio del roquedo de la Arista Fortezza. Son las nueve y veinte.
         La pared está exenta de hielo esta mañana lo que facilita las cosas todavía más. Consecuentemente nos vamos para abajo disfrutando de la vía y de la mañana a la sombra.
         Charlamos con una pareja que sube, les indicamos acerca del asunto y proseguimos para abajo con toda la tranquilidad del mundo. Entre pitos y flautas echamos una hora en la roca.

                                                               Piz Bernina desde la Roca Persa.

          Volve
mos a la nieve, bajamos y atravesamos el engañoso anfiteatro del Glaciar de Pers en diagonal siguiendo aproximadamente el mismo camino que a la subida y alcanzamos la morrena
            Iniciamos el ascenso en busca de la estación del teleférico. Se trata del segundo repecho y último del día que hacemos con santa resignación pues el sol aprieta lo suyo.
        A las doce y media aterrizo en medio de la multitud de turistas que pululan y estiran la nariz alrededor de las instalaciones del Refugio Diavolezza. Voy a hacer una fotografía de la actividad que hemos realizado ya que desde aquí se ve de cine y me encuentro la funda de la cámara de fotos vacía. He debido olvidarla al hacer la última foto a la salida de la Arista Fortezza.
           
Al final, empujado un poco por Juan, decidimos volver a por ella, ya que tenemos tiempo de sobra.
           En mangas de camisa y con los piolets en la mano bajamos al glaciar y lo atravesamos en ascenso de nuevo hacia La Cresta Fortezza. Alcanzamos a una cordada y les preguntamos.
          Entre bromas nos enseñan dos cámaras iguales. Una es la mía, la han recogido y la recupero. Son unos italianos de Sondrio, un pueblecito de un valle muy próximo. Se trata del grupo de la chavala de coletas, “Heidi” la habíamos bautizado en el refugio. Hablamos con el que hace de guía que es un sudamericano.
           Nos ha costado media hora lo que ayer nos costó una hora bastante larga.
           Queremos saldar y celebrar el tema con una cerveza, pero ellos se quedan al inicio de la morrena a comer y no suben así que, sintiéndolo nos vamos
          El teleférico baja a tope. Diez minutos más tarde estamos abajo. Nos montamos en el coche y nos vamos hacia el Berninapass camino del Gran Paradiso. Son las dos de la tarde y liquidado el primer tercio del pograma: ¡Queremos más Alpes!

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