Collarada desde la Espata. 29-10-06.
Refugio de la Trapa, Refugio del Trapal,
Corredor Sudosete y Cima de Collarada. Descenso por la Fuente de los
Campanales.
27-06-1993.
Salida 08 h. Llegada 14:20.
Sol.
Fácil.
Ascensión.
Rosa Mª. Marínez y Biola y Mariano
Javierre.
Mapa de Collarada procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
Bajábamos
por la pedrera de la Fuente de los Campanales a todo trapo. El personal se
había quedado en la punta, nosotros habíamos dejado a Biola de meses en casa de
mi madre y había que volver pronto.
A
la subida Rosa había devuelto, a la bajada llevaba los pies escaldados a tope.
¡No volveré más a Collarada! dijo repetidas veces, pero no digas “Por aquí no
pasaré, de este agua no beberé, este cura no es mi padre o en este negocio
sucio no está metido…” Volvemos a Collarada a petición suya.
Está
Junio estupendo y el 26 por la tarde, con tranquilidad, nos acercamos hasta
Villanúa. Han dicho que la pista no está mal y que no tiene cadena.
Al
inicio de la misma encontramos una dirección prohibida por obras. Nosotros nos
vamos con cuidado hacia adelante para encontrar una pista decente y unas obras
inexistentes. Son 10 kilómetros los que nos conducen hasta el abrevadero
conocido junto al que han levantado el Refugio de la Espata.
Collarada desde la Pista al Churrón. 31-5-09.
De
allí para arriba la pista se estropea un poco, esta bacheada y charqueada pero
con cuidado sus 4 kilómetros nos depositan en el Refugio Pastoril de la Trapa y
en medio del vacuno a 1730 metros de altitud.
Plantamos
la tienda con tranquilidad, nos damos un paseo y charlamos con una pareja de
Huesca. También hemos olvidado el butano y la sartén, hacemos unas elípticas
tortillas prendiendo unas ramillas pero bueno, está bien.
El
día es largo, están radiando la final de la Copa del Rey a la que este año ha
llegado el Zaragoza y que regalará al Madrid y se nos hacen las once sin darnos
cuenta. Luego en los sacos se os hace calor y damos vueltas como unos canarios
en una jaula antes de dormirnos.
A
las dos me saldré del saco y para
volverme a meter a las seis. A las siete y media nos llama el despertador a una
mañana estupenda. Pocos preparativos necesitamos para estar a las ocho
desayunados y dispuestos para la marcha.
Corredor de Trapa. 23-4-08.
Tenemos
cerrado el camino por unas barras calizas que se rompen a ambos lados del lugar
donde nos encontramos. Hemos pensado
tomar el lado oeste para acceder a la parte superior de las mismas y continuar
camino en dirección norte aunque haya que dar un pequeño rodeo, la ruta a
seguir no tiene pérdida posible.
Cuando
superamos el refugio cambiamos de idea y nos decidimos por un corredor que
parece fácil y que lo es en efecto, pero que nos obliga a hacer un par de pasos
con atención. El resto de los 50 metros no tiene significación.
Alcanzamos
la fina pradera de nuevo y continuamos por ella y por cualquier parte ganando
altura pues después del rellano la pradera se empina.
Poco
después dejamos atrás una pequeña manada de ganado variado y a través de un
pedregoso barranco, abandonamos el praderío y alcanzamos el segundo rellano desde el que ya se avista
la gran pedrera y el corredor somital.
Corredor Sudoeste de Collarada. 26-4-08.
Piedra
a piedra y nunca mejor dicho continuamos para arriba suavemente hasta que el
rellano se empina y nos deposita en la enorme canchalera caliza en la que se
alternan materiales de diversas proporciones de las que desdeñamos en lo
posible las terribles gravas, aunque no siempre lo conseguimos.
Luego,
conforme ascendemos la pedrera se empina hasta ponerse valiente, de las
pedreras calizas ya se sabe. Hacemos una pequeña parada sobre la piedra, ese
enorme bloque calizo que se destaca de lejos, pues hay que tomarse un respiro
ya que se hace calor: el sol comienza a calentar delicadamente.
Delante
de nosotros va un grupo, se ha metido ya en el corredor. Nosotros nos
defendemos como mejor podemos de las graveras y nos acercamos al amplio
corredor, al que atacaremos por la izquierda aprovechando al máximo la roca
firme tanto para los pies como para apoyar las manos.
Desde el Corredor Sudoeste de Collarada. 26-4-08.
Se
nos hace un poco más largo de lo recordábamos pero en contra lo subimos mejor
de lo esperado. Unas calizas lavadas aunque rugosas nos depositan en la cresta
por la que hacemos los últimos metros casi en horizontal, hacia nuestra
derecha, este, y alcanzamos la Cima de Collarada a 2886 metros de altitud
cuando son las once menos diez.
Charlamos
con los cinco que han llegado delante de nosotros, almorzamos, contemplamos un
paisaje que no recordábamos de la vez anterior pero que imaginábamos, hacemos
una foto y además miramos con unos prismáticos que llevan ellos.
En Collarada.
Todo
está allí: el Ibón y la Pala de Ip, Punta Escarra, Peña Nevera, Collaradeta, el Valle de Canfranc y al otro
lado los Lecherines, el Aspe y demás etcéteras. Disfrutamos del paisaje como
pocas veces. Sabiñánigo sumergido en la neblina se adivina junto al brillo del
agua del Aurín.
Nos hacen una foto en Collarada.
A
las doce y cuarto nos vamos para abajo al trote una vez que hemos salido del
corredor. Vamos en busca de los neveros que bajaremos con un saco de plástico
en un enorme culembajen y como ya imaginábamos nos hartaremos de agua las ropas.
Bajando de Collarada en la Fuentge de los Campanales.
Nos
quitamos ropas pues hace calor y además molestan mojadas, recogemos el saco, hacemos
otra fotografía y continuamos el descenso con tranquilidad disfrutando del día
ya que invita a ello.
Abandonamos
la pedrera y nos metemos en la pradera para pasar posteriormente junto al
refugio de arriba. Después, llegados al corredor, lo tomamos otra vez en
descenso detrás de un trío que deambula por allí. ¡Qué poco nos gusta dar
vueltas!
Ip desde Collarada. 15-6-05.
Echamos
un buen trago de agua en el abrevadero del refugio de abajo y a las dos y
veinte estamos en el coche.
Descalzos
y de corto nos lavamos un poco en el barranquillo y bajo el pino silvestre en
el que tenemos aparcado el coche, comemos.
Luego,
tranquilamente, recogemos y a las cuatro y cuarto iniciamos la vuelta por la
pista relajadamente contemplando cuanto se asoma a nuestros ojos.
Una
hora después estamos en casa contemplando la elegantísima estampa de Collarada
desde nuestro jardín, mil y una veces contemplada; preciosa en azul y celestial
en blanco. Hemos cumplido mi tésis en contra de la de Rosa por la que afirmaba
que volveríamos a Collarada con la cría, aunque no lo hemos hecho por el Valle
de Acumuer. ¡Otra vez será si ha de ser!
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