La
primera vez que visitamos Roma fue en el año 75 en nuestro viaje de Luna de
Miel, pues fuimos a Italia en lugar de ir a Mallorca como hacía casi todo el
mundo. Aquel viaje, en autobús pues en aquellos años así eran los viajes por
Europa, resultó inolvidable e irrepetible por todos los aspectos, lo que no es
algo raro sino bastante frecuente que nuestras experiencias, a pesar de gratas,
sean diferentes. Terminamos hechos un zorros tras aquel tute de una docena de
días pero todavía tuve tiempo de escribir para mi chica un soneto: “4 de
Agosto, tarde romana.”
Años
después, en el 93, volvimos a Italia para llevar a nuestra hija. Lo hicimos en
una Semana Santa con nuestra caravana y volvimos a Roma para recordar en la
Capilla Sixtina y en San Pedro del Vaticano, experiencias que nuestra hija se
bebió entusiasmada.
Si en nuestro
primer viaje no hicimos fotos pues íbamos con la cámara de Super8 que luego
quedó obsoleta y con ella se perdieron todas las imágenes que nos ayudaban a recordar,
de este segundo sí conservo fotos aunque no muchas.
En
la Capilla Sixtina y en San Pedro había mucha gente pues era el Domingo de
Pascua y asistimos a la Misa que ofició el Papa, que en algún momento pasó a
nuestro lado, lo que con el paso del tiempo se convertiría en un imposible.
Nuestra
hija no ha debido de olvidar aquel viaje pues
un buen día nos dice que volveremos a Roma en familia para celebrar Nuestras
Bodas de Oro. Será un Fin de Semana Relámpago que cuadrará en su agenda para
mediados de octubre y así, de paso, celebramos el Cumple de nuestra Nieta Julia
que no ha volado nunca y le hace una ilusión tremenda.
Será
un viaje Ryanair de viernes a domingo para tratar de sacarle jugo a Roma que
siempre da juego, como algunas otras grandes Ciudades Monumentales Europeas y
nuestra tercera ocasión en la que aprovecharemos también para darnos, quieras o
no, un festín de pasta y pizza pues eso es Italia.
Tenemos buen tiempo a nuestro favor, que siempre ayuda para patear, lo que no es raro en Roma a pesar de que en la segunda ocasión tuvimos que disfrutar bajo el agua.
¿Y
cómo está Roma…? Para mí a pesar de ser una ciudad monumental con muchas “piedras”
y tres millones de romanos, siempre me ha dado la impresión de ser un poco
pueblo aunque sea una opinión muy subjetiva y carente de valor; pero nosotros
que no somos más que unos simples turistas dispuestos a estirar la nariz y
llenarnos el estómago con lo que sea pues esta Roma actual no nos gusta gran
cosa.
Recuerdo
entrar a la Fontana di Trevi por la calle alta y pillarla sola. Podías decir
mira, un marco… un chelín…, ahora dos calles antes de llegar tienes que remar
contracorriente y la fuente es lo más parecido al zoco de Marrakech o a la Orilla
Europea del Bósforo a las siete de la tarde y si no pones el móvil o la cámara de
dos metros para arriba no haces una foto.
En
la Piazza Nabona casi se hacía frío de grande y de sola que estaba y la Piazza
de España tenía más escalones que visitantes tomadores del sol.
De
la Bocca della Verita nos dimos dos veces la vuelta pues la cola para entrar llegaba
al Trastebere.
En
el Panteón no quedaba plaza y por la mañana en la zona monumental empezaba a
ser complicado hasta sortear a los guías… los turistas éramos un auténtico
enjambre.
Así
está Roma, el turismo que siempre ha sido importante y numeroso ahora es una
auténtica maldición y pasear la ciudad es poco agradable en medio de un
desastre de aceras rotas, firmes irregulares y jardines descuidados y eso que
te soplan 4 euros por noche y persona como tasa turística.
Algunos
renunciamos a hacer colas pero a pesar de ello lo único que ves a nivel de
suelo son colas y lo que no faltan son chiringuitos para comer y con un
servicio mayoritariamente autóctono, lo que en otros sitios no es frecuente.
Roma tiene muchas
fuentes con un agua estupenda, sigue siendo una ciudad con aspecto seguro
aunque con algo de mendicidad, bastante sucia fuera de la zona monumental y con
un tráfico intenso y desafiante con una multitud de coches de tamaño reducido
que pueden aparcar en batería junto a otros más grandes que lo hacen en línea.
Recomendar
o volver a Roma… pues mire usted, hace falta tener muchísimas ganas.
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