Continente de Plástico en el Pacífico Norte: el Septimo Continente. Fotos de Google.
A
los que aprendimos conocimientos en el siglo pasado se nos enseñó que el
planeta contaba con seis continentes. Con el cambio de siglo, algunas cosas han
cambiado y una de ellas es el número de continentes: a los seis que conocíamos
se está añadiendo uno más: el Continente de Plástico.
No es ninguna
trivialidad. Sabemos que una ingente cantidad de la basura que generamos va a
parar al mar, especialmente los plásticos, elementos decididamente
contaminantes y difícilmente degradables y que esta basura se acumula en
determinados lugares de mares y océanos donde confluyen las corrientes marinas
formando islas de plástico.
Existen muchas
acumulaciones marinas de basuras, en el Mediterráneo sin ir más lejos, pero la Acumulación
de Desechos Plásticos del Pacifíco Norte ha activado todas las alarmas.
Se descubrió a
principios de los años noventa por The National Oceanic y Atmospheric Administratión
y una decena de años después Charles Moore certificó definitivamente la existencia de una mancha compuesta por
microplásticos fundamentalmente, con una extensión que se estima entre la
superficie de la Peninsula Ibérica y la de Europa.
Situada en una
enorme banda entra Hawai y California, no es fácil de ver ya que esa “sopa”
de plástico está conformada por partículas del tamaño de un grano de arroz y
por micropartículas plásticas que son ingeridas por los peces y otros animales
marinos siendo así el procedimiento de paso a la cadena trófica: seres vivos
contaminados por el plástico que sirven de alimento a otros seres vivos que quedaran
contaminados igualmente.
Los microplásticos
son una seria amenaza para la salud de todos los seres vivos y posiblemente la vida en el
planeta dependa del control de este tipo de contaminación y a tal efecto nos
llena de esperanza la noticia publicada por The Guardian sobre la creación por
un grupo de científicos de una “superenzima” que degrada los plásticos a una
velocidad seis veces mayor a los procedimientos actualmente conocidos al efecto.
Esta
superencima derivada de unas bacterias se puede convertir en un par de años en
devorador eficaz de plásticos, y porque no, convenientemente tratada, del
algodón con lo que supondría un salto de calidad en la salud de los seres vivos
del planeta.
Estando de
moda el problema del coronavirus, no es la primera pandemia que padece la
humanidad, para qué ocuparse de un problemón esencial como el de los plásticos.
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