Hace ya
un cuarto de siglo que en uno de nuestros viajes de montaña visitamos
Marruecos. Todos los cardos del país, era verano, estaban coronados por su
bolsa de plástico; sabía que los océanos se estaban convirtiendo en enormes contenedores de plásticos difícilmente degradables y las orillas de nuestros
ríos exibían plásticos de manera vergonzosa.
Residuos plásticos flotando en la orilla del mar.
También
las mujeres jirafa tailandesas se exibían ante nuestros ojos de turistas con sus
coloristas y clásicos trajes populares, mientras calzaban chanclas de plástico,
fabricadas posiblemente en Europa o China y disfrutadas gracias al comercio
globalizador.
La
actividad ganadera en nuestro Pirineo también aporta su “granito de plástico” a
la contaminación de los montes cuando sería y es perfectamente evitable.
Especialmente desde entonces,
adopté una conducta recicladora que secundo según mis posibilidades.
Jeanny Jao y Miranda Wang.
Hoy, al
respecto, ha caído en mis manos una grata noticia: Estudios recientes permiten
desarrollar unas bacterias capaces de convertir los plásticos en dióxido de
carbono y agua. Me preocupa menos el dióxido de carbono que el plástico por lo
que sería un mal menor.
Ideonella sacaiensis. Fotos procedentes de Google.
Se
trata de un proceso complejo pero económico de tiempo puesto que se realiza en
24 horas y que ha sido desarrollado por las jóvenes investigadoras: Jeanny Yao y Miranda Wang. Permitirá limpiar playas y océanos de tan resistentes contaminantes puesto que no parecemos
dispuestos a dejar de utilizar el plástico, queremos seguir comiendo pescado y
mis residuos no contaminan, ¡que recicle el vecino!
Gran noticia!
ResponderEliminarYo también soy de los que intenta reducir el consumo de plástico, es una pena como estamos dejando el planeta.
Ojalá este invento se lleve a la práctica lo antes posible.
Saludos!
¡Hola David!
ResponderEliminarMe pareció que mucha gente que amamos la montaña se alegraría de la noticia. Da grima ir por la orilla del mar, de un río o por el monte y siempre te encuentras con los residuos de los que por falta de educación no comprenden la trascendencia de sus actos, en cierta medida comprensible ; o debida a actos incívicos directamente desdeñables e injustificables.
En mi inexperta juventud montañera, también abandoné algún residuo en el monte al no valorar correctamente la trascendencia de ese acto asilado. Creo que lo he compensado con creces. Por suerte el civismo y la educación de mucha gente va en aumento para el beneficio del medio natural y todavía debe mejorar.
¡Que vaya bueno!